Los guerreros han usado cascos o yelmos protectores desde la Edad del Bronce.
En la Edad Media los yelmos aumentaron de tamaño para proporcionar una mayor protección al rostro y al cuello. Hacia el
 1.200, los yelmos eran de una sola pieza, y se apoyaban sobre los hombros de los caballeros, sobre un casco interior,
 también metálico.
Sin embargo, su excesivo peso, limitaba mucho la movilidad de los brazos y la agilidad general en la batalla. Más tarde,
al añadirse la pieza del cuello, el "gorjal o gorguera", su tamaño disminuyó considerablemente.

 

 

 

 

Yelmo italiano. 1530-50

Yelmo de la Guardia Suiza del Papa Julio II. 1550-55

 

 

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